Articulos 166

Nº 166 Radicalitat, autenticitat evangèlica, pobresa, immigració

Comunidades de fe, fraternas y acogedoras

Fernando T. March Iborra, párroco de Nuestra Señora de los Ángeles (Cabanyal)

Para que las parroquias, poniendo la comunión en el centro, sean cada vez más comunidades de Fe, de Fraternidad y de Acogida a los más necesitados.

Desde el principio de su pontificado el Papa Francisco ha manifestado, de distintos modos, su preocupación por que la iglesia sea una iglesia
fraterna y acogedora, cuide y manifieste su fe en Cristo y sea ámbito de comunión. Por ello, no es de extrañar que haya elegido para el mes
de febrero de 2023 esta intención para las parroquias.

Nadie duda de que la comunión deba estar en el centro de cada parroquia. El capítulo 2 del libro de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda que los primeros creyentes cuando aceptaban la fe en Jesucristo se bautizaban “y perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones (Hch 2, 42)”. Las reuniones las hacían en las casas hasta que, en la medida en que la fe cristiana se fue extendiendo, el templo y la parroquia pasaron a ser la casa común de todos.

El Papa, por tanto, lo que está pidiendo es que nuestras parroquias se destaquen cada vez más por su comunión en la fe, en la fraternidad y
en la acogida a los que sufren la pobreza y la exclusión.



Comunidades de Fe

El Catecismo de la Iglesia nos recuerda que “la fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte” (nº 949). A mí, personalmente, me gusta más presentar la fe como un “tesoro de vida” que como un conjunto de dogmas o verdades reveladas. Un tesoro que nos ha sido transmitido de padres a hijos y que ha generado y es capaz de seguir generando mucha vida y vida verdadera, aquella que quiere Dios para todos los seres humanos. Recordemos las palabras del Prólogo de Juan: “En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (Jn 1, 4).

Pablo VI decía que la fe era “don de la gracia, acto del pensamiento en busca de la verdad y gesto decisivo de nuestras voluntades”. Y que la fe cristiana “no es adquirida de una vez para siempre y no es agotada por algunos conocimientos que tengamos de su contenido; exige de nosotros una continua presencia del Espíritu, un asentimiento interior indefectible, una convicción de aquello que es: una conquista gradual (recuerden ahora la exclamación tan humana y tan característica de ese padre que imploraba para su hijo un milagro de Cristo, que no condicionaba su concesión a la fe de él: “Sí, yo creo, Señor, pero ayúdame a creer más” (Mc 9,23). ¿Estamos nosotros entrenados un poco en este ejercicio fatigoso pero fortalecedor? Nuestra religiosidad depende hoy, en gran parte, de una vigilancia consciente y activa en orden a la adhesión a la fe, que es el pedestal desde el que contemplamos el panorama del mundo bajo la luz de Dios. Se puede decir, también, que la fe es la piedra angular que impide que entremos en la zona tenebrosa de las ideas personales y de las fáciles apostasías doctrinales. Es decir, que la fe soluciona una serie de cuestiones y objeciones que no sería ni honesto ni útil eludir si queremos ser vencedores en ella y por ella: “Y esta es la victoria, escribe el evangelista san Juan, que ha triunfado en el mundo: nuestra fe” (Jn 5,4)”. (Pablo VI, Audiencia general, 5 junio 1968)

¿Presentamos en nuestras parroquias la fe como un tesoro de vida que debe ser conquistado, explorado, gradualmente? ¿Facilitamos una formación atractiva y continua en la fe que ilumine los interrogantes y las objeciones con las que se puede encontrar una persona creyente en su itinerario vital?



Comunidades Fraternas

La parroquia, como lugar de encuentro y celebración de los que seguimos a Jesús, debe permitir que todos nos reconozcamos hermanos, aunque hayamos recibido una educación diferente, vengamos de culturas distintas, de países lejanos, o posiciones políticas dispares. La fe en el Señor nos une y debe ir forjando en nosotros el deseo de encontrarnos, de complementarnos y, sobre todo, de crecer en un amor maduro y gratuito.

La Lumen Gentium nos recuerda que somos el Cuerpo místico de Cristo, siguiendo la teología paulina, y que la vida de Cristo se comunica a los creyentes por medio de los sacramentos “de una manera misteriosa pero real”. Cuando partimos el pan en la Eucaristía “compartimos realmente el Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión con Él y entre nosotros. Puesto que el pan es uno, aunque muchos, somos un solo cuerpo todos los que participamos de un mismo pan (1Cor 10,17). Así todos somos miembros de su Cuerpo (cf. 1 Cor 12,27) y cada uno miembro del otro (Rom 12,5). Cristo es la cabeza de este Cuerpo y el Espíritu es el que lo anima distribuyendo sus diversos dones para el bien de la Iglesia. “El mismo Espíritu personalmente, con su fuerza y con la íntima conexión de los miembros, da unidad al cuerpo y así produce y estimula el amor entre los creyentes” (LG 7). La parroquia, por tanto, no puede ser sino dinámica, porque la iglesia está dinamizada por el Espíritu de Dios.

Es fundamental, por tanto, al celebrar los sacramentos y, especialmente la Eucaristía, no buscar sólo “mi” santificación personal, sino abrirme al Espíritu de Dios que me une al Cuerpo de la Iglesia y me invita a poner mis dones y talentos en común para ir transformando la sociedad en la que vivo encaminándola hacia el Reinado de Dios y su justicia. En mi humilde opinión las formulas litúrgicas deberían recordar más este aspecto.

Todos conocemos algunas actitudes que en las parroquias minan la fraternidad como por ejemplo: prestar más atención a la organización que a las personas, el apropiarse de unas tareas sin dejar espacio para el trabajo en equipo, la resistencia al cambio que se manifiesta con la repetida frase “siempre se ha hecho así”, la falta de compromiso de algunos feligreses que sólo buscan su interés personal (aunque sea muy “espiritual”), o una organización piramidal que hace recaer todo el peso de las decisiones en los sacerdotes. También la falta de una fe bien formada hace que los ámbitos parroquiales sean menos horizontales, menos fraternos.

¿Es mi parroquia dinámica? ¿Sabemos ponernos como hermanos al viento del Espíritu? ¿Alimenta la Eucaristía el compromiso por ir haciendo
realidad el Reinado de Dios en el mundo?



Comunidades Acogedoras para los necesitados

El Antiguo Testamento nos muestra como Dios opta por un pueblo pequeño, muchas veces cercado por los enemigos y en ocasiones sufriendo el exilio y la esclavitud. Dios es el Dios Creador pero también es el Dios de justicia, que está a favor de los pobres y oprimidos, el Dios en el que pone su confianza Israel (Sal 115,9). En el Salterio aparece de forma transversal una misma súplica: que el Señor defienda al hombre justo contra el injusto. El malvado es “el que desenvaina la espada, asestan el arco, para abatir a los pobres y humildes” (Sal 37,14). El justo es el que “se compadece y perdona” (la deuda) (Sal 37, 21).

Los profetas del Antiguo Testamento gritaban al pueblo que no hay culto, ni verdadera religión sin justicia, y que Yahvé hace justicia y defiende a los oprimidos. Jeremías le llama “El Señor nuestra justicia” (Jer 23,6) e Isaías insiste a su pueblo “aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda” (Is 1, 17).

Pero la revelación plena de Dios nos llega con Jesucristo, en el Nuevo Testamento, quien se presenta ante los discípulos de Juan que le preguntan si es él el Mesías esperado, diciéndoles: “Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados” (Lc 7,22). En el evangelio de Mateo vemos este plan de Dios concretado en las Bienaventuranzas (Mt 5, 3-13) y, de forma contundente en el juicio final que recoge el capítulo 25: “Venid vosotros benditos de mi Padre; heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25,34-36).

Podemos recordar aquí la parábola del buen samaritano en Lucas 10, 25-37 y el comentario que hace de ella el Papa Francisco en la carta encíclica Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social.

En conclusión, nadie puede dudar de que existe un plan del Señor desde el origen del mundo para que no haya nadie excluido de los bienes de
la creación y, así será al final de los tiempos cuando triunfará plenamente la justicia de Dios.

La parroquia está llamada a situarse en la historia como instrumento de ese plan de salvación. Debe ser la casa donde se reúnen los justos, los que trabajan porque la justicia de Dios llegue a todos. El lugar donde cada uno pueda aportar sus dones y talentos para que la sociedad sea más humana, más cercana y habitable. De esta forma será posible el diálogo que genera cercanía y la paz que genera prosperidad.

El Papa Francisco nos advierte que “nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino ante todo una atención puesta en el otro “considerándolo como uno consigo”. Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona, a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien” (Evangelii Gaudium nº 199).

Una herramienta fundamental para esto será Cáritas parroquial, donde hombres y mujeres voluntarios pueden unir fuerzas para acompañar a muchas personas que pasan por situaciones de necesidad. A veces resulta sorprendente que en algunas parroquias se olvide esa pastoral social, siempre mejorable, pero que muestra la mano amiga de la iglesia que se reúne en un barrio o en un pueblo.

Como si pudiéramos olvidarnos del amor de Dios por cada ser humano, del plan de Dios que nos quiere creyentes, fraternos y acogedores.

Nº 166 Radicalitat, autenticitat evangèlica, pobresa, immigració

Gratitud i esperança

Per Ramón Peris

La nostra arxidiòcesi de València està estrenant nou arquebisbe. Amb expectació i alegria li varem donar el passat 10 de desembre una molt calorosa benvinguda a Don Enric Benavent, home de la nostra terra, senzill i alhora destacat teòleg, que parla la nostra llengua, que conéix bé la nostra realitat diocesana i que està mostrant molta sintonia amb tots els grups pastorals presents en les nostres comunitats cristianes.


Molt suggerent i testimonial fou que, al sendemà de la seua entrada i solemne celebració Eucaristica en l’Església Catedral, Don Enric visitara i compartira el dinar amb els sacerdots majors i malalts de la casa Betània de Quart de Poblet. El mateix dia, a poqueta nit, va visitar a Julio Ciges retor de la Iglesia Maria Immaculada en la Malvarosa (que està debatint-se entre la vida i la mort). I és que el bisbe per damunt de tot déu ser pastor i pare i estar atent i preocupat pels seus sacerdots, especialment pels majors i malats, hómens de fe que estan donat la vida per l’Església, per les comunitats parroquials i que són els seus més pròxims col·laboradors.


Al mateix temps ens hem despedit del benvolgut Don Antonio. Al cardenal valencià d’Utiel li agraïm el seu lliurament estos huit anys al capdavant de l'arxidiòcesi de València, en la qual ha sigut testimoni valent de l'Evangeli. Un home de fe i lleial al papa Francecs, molts podran discrepar amb D. Antonio sobre algunes qüestions i criteris morals, o una visió molt particular sobre la naciò española, però no cap dubte que el Cardenal Cañizares ha deixat petjada en la història de l’Església. D. Lluís Molina, delegat per al clero i Vicari Episcopal de la Vicaria VII, li deia en la missa de comiat al seminari major de Moncada “Els sacerdots de la diòcesi agraïm els seus consells, i exemple, com quan ens deia que vivim en temps forts i el món necessita un canvi, necessita una cosa nova: una Església de sants” Igualment, va recordar les paraules del lema de l'escut episcopal del cardenal Antonio Cañizares, Fiat voluntas tua que hem pogut vore en ell sempre, ple d'amor en el seguiment al nostre Senyor Jesucrist. “Hem pogut comprovar també cada vegada quan repetia i recordava les paraules de Santa Teresa “Només Déu”, que no eren només paraules sinó fets i manera de viure”.


Les paraules de Montse, delegada de càritas de la Vicaria VII pronunciades en la missa de comiat a Algemesi també reflectixen un agraiment sentit de part dels laïcs i dels grups pastorals, pose íntegra la seua intervenció que em sembla molt acertada:

“Benvolgut D. Antonio. Em dirigisc a vostè com a representant dels laics de la Vicaria VII. Fa poc més de 8 anys, el 4 d’octubre de 2014, festa de Sant Francesc d’Assís, iniciava el seu ministeri episcopal a València. Hui, ens hem reunit al voltant de l’altar per donar gràcies a Déu per tots aquests anys com a pastor, al servei de la nostra Diòcesi. Aquell dia es va presentar com a valencià, com a servent i servidor de tots, enviat a la nostra diòcesi per a treballar en favor de totes les persones i, molt especialment dels pobres, els últims que viuen en les perifèries existencials i socials, com deia el papa Francesc. Una Església dels pobres i per als pobres, testimoni d’una nova civilització de l’amor, de la pau i de l’esperança…


Després de 8 anys de servei i dedicació, podem afirmar que aquests desitjos s’han fet realitat, impulsant projectes en favor dels més necessitats i amb un compromís missioner. Com li demanava a la Mare de Déu dels Desemparats, ha estat bisbe, pare, pastor i germà dels pobres. S’ha gastat i desgastat per l’Església.


Amb vostè hem viscut grans convocatòries com el Sínode Diocesà o la Gran Missió que estem vivint en aquests moments. La revitalització de la importància de l’Eucaristia, amb l’impuls de l’Adoració Eucarística, els Anys Jubilars, les visites pastorals, l’atenció a sacerdots i laics, han estat presents en la seua pastoral. És per tot això que li volem agrair i donar gràcies a Déu per haver-nos acompanyat durant aquests 8 anys.


I, com ens va demanar quan va arribar, demanem a Déu perquè en aquesta nova etapa que ara comença, no es canse d’anunciar l’Evangeli de la misericòrdia allà on es trobe. Acabaré amb les paraules que tantes vegades li hem sentit dir: Avant i Amunt!. Gràcies!”


Personalment li agraisc a D. Antonio el seu esperit missioner i el recolzament permanent als missioners “ad gentes”. Recorde amb emoció la visita del Cardenal a la missió “San Patricio” en Equador on he passat una bona etapa de la meua vida, foren cinq dies de trobades, celebracions, visites als barris més pobres i conflictius, i de part de Don Antonio cap queixa malgrat la calor i la fatiga. Vaig constatar un esperit altamente humà i de fe. Gràcies Don Antonio.


Ara, la nostra arxidiòcesi ha iniciat una nova etapa amb Don Enric Benavent, tenim davant un horitzó ple de possibilitats i desafiaments, els sacerdots i el poble de Déu que camina en la fe a València tenim altes espectatives amb el nostre nou arquebisbe el qual deurà conduir amb fermesa el vaixell que el papa li ha encomenat enmig d’una mar turbulenta, d’una societat desbruixolada i famolenca d’amor.

Són moltes les espectatives que tenim, D. Enric encara és prou jove, l’arxidiòcesi és gran, amb quasi mil sacerdots, un seminari amb molta vida, molts convents i monastirs, un bon grapat de moviments apostòlics, càritas, que atén un área considerable de pobreses socials, més de sis-centes parròquies, col·legis, universitats, confraries … Quina tasca! Per suposat no està a soles, Don Enric compta amb tots nosaltres, sacerdots de la diòcesi i un bon grup de religiosos i religioses així com nombrosos agents de pastorals agraïts i disponibles a continuar fent créixer i madurar la nostra església diocesana amb tota la realitat que l’envolta.


Molts són els desafiaments del món contemporani davant una església espanyola i valenciana que va perdent credibilitat i contempla esgarrifada com van buidant-se els seus temples, cada volta s’hi celebren menys sacraments, els seminaris quasi buits, la comunitat católica ha perdut l’influència que tenia sobre el món cultural i polític, la joventut está molt allunyada de les nostres propostes i en general condix una letal indiferència sobre qüestions de vida cristiana.


Cal una nova evangelització, amb noves formes, noves maneres i noves finestres obertes on tots puguen aguaitar una església més viva, més preocupada per les coses espirituals i socials, en eixida permanent diría el papa Francecs. Una comunitat de fe senzilla i més compromesa amb les realitats sagnants del nostre món: pobresa, immigració, ecología, exclusió. Una església on la dona tinga rellevància i responsabilitats de calat, on ningún s’hi puga sentir exclós, ans acollit i integrat.


Personalment trobe que com església deuriem fer un esforç titànic per buscar maneres d’integrar als jóvens, de fer-los atractiu l’evangeli amb totes les seues exigències i tresors, de oferir-los noves formes de celebrar la fe i de viure l’eucaristia. Xiquets i jóvens deuria ser una opció preferencial, ells són el present i el futur de la nostra comunitat eclesial. Una església sense jóvens i sense xiquets està abocada a la tristesa i a la desesperança.


L’expectació que ha creat el nomenament de Don Enric Benavent com a nou arquebisbe de València ens és per a tots els cristians valencians un implús renovador que devem aprofitar estant molt units al nostre arquebisbe traballant junts per una església valenciana impulsadora de vida.

Ja deia fa unes setmanes el nostre arquebisbe en una entrevista a Europa press que: "L'Església no pot ser vista com una institució que diu no a tot" molt al contrari "Diu sí a la vida, a les persones. En conseqüència, s'ha de explicar també per què l'Església, en molts temes, no pensa com la majoria de la societat o la cultura dominant". Cal explicar les raons per a pensar d'aqueixa manera i explicant les raons, l'Església no pot ser només una institució que siga vista com que diu no a tot".


L’església de Jesús és la comunitat del sí, del sí en gran a la persona humana, als drets humans, a l’opció pels marginats i excluïts. El papa Francecs amb els darrers documents que ens ha lliurat ens ha marcat un camí de fraternitat a on tots cabem en el poble de Déu. Es per tant l’hora d’un nou Kairós en la nostra església valenciana.


Per a acabar cal remarcar que milers de valencians esperem desitjosos que molt aviat puguem tindre un missal oficial i els leccionaris complets en la nostra llengua, és també una petició urgent que li demanem a Don Enric el qual com valencianoparlant s’ha mostrat sempre a favor de la legitimitat de normalitzar en les parròquies les misses en valencià.


"És clar que si un pare demana que bategen al seu fill en valencià, això és un desig legítim i, per tant, no podem dir: no, ha de ser en castellà. És un desig legítim. Hem de buscar els instruments per a donar una resposta al que és un interés legítim de moltes persones perquè va en la seua sensibilitat" " Impulsar el valencià és una necessitat sentida tant per la societat com per l'Església" (E. Benavent)


“Amb tu com a nou arquebisbe de València, vull creure que serà possible la normalització de la nostra llengua a l’Església, malgrat que et trobaràs amb reticències de la “vella guardia. També espere i desitge que al Seminari de València s’estudie valencià, perquè així els futurs preveres puguen celebrar la litúrgia en la llengua de Sant Vicent Ferrer i de la Beata Pepa Naval. (Josep Miquel Bausset, monjo)

Gratitud a Don Antonio i esperança amb el nostre nou arquebisbe Don Enric que ens ha obert nous horitzons per a viure amb alegria i fermesa la nostra fe, sens dupte, és un home de fe que transmitix el goig de l’evangeli i de segur que no es tancarà en el “palau arquebisbal” sino que correrà arreu per l’arxidiòcesi, i que ésta serà la seua gran passió, ja que és el mateix Crist que li l’ha confiada.


Nº 166 Radicalitat, autenticitat evangèlica, pobresa, immigració

La pornografía en la vida religiosa

Por Cosme Puerto Pascual

El pasado 26 de octubre, en un encuentro con seminaristas y sacerdotes que residen en Roma, el papa Francisco con su particular y directo estilo a la hora de comunicarse, se refirió a uno de los principales problemas de la iglesia y de la vida religiosa que aunque se mantiene en silencio, es necesario abordarlo para ser conscientes de él y combatirlo en los casos en los que se ha convertido en un peligroso vicio: la pornografía.


En su intervención ante los sacerdotes en formación, el papa se refirió al peligro que para la iglesia representa la pornografía, más aún, si se tiene en cuenta qué con el avance de la tecnología, esta se ha apoderado del internet, y ahora está fácilmente al alcance de todos."La pornografía es un vicio que tiene tanta gente, muchos laicos, laicas, incluso sacerdotes y monjas". "El diablo entra por ahí", ha continuado.

El tema surgió ante una pregunta sobre cómo usar las nuevas tecnologías y los medios digitales que Francisco decidió tocar el asunto, un tema raramente abordado dentro de la Iglesia católica. "Que cada uno piense si ha tenido la experiencia o la tentación por la pornografía digital", preguntó el Papa.


Sobre ella el papa añadió que es un vicio que “debilita el alma”, señalando que no es de su gusto hablar tan explícitamente sobre esta realidad, pero que se ha visto abocado a ello, debido a que es consciente de que es una situación actual de la que no están exentos los religiosos/as.

¿Sabe qué ven sus hijos en internet? Los niños se acercan a la pornografía en edades cada vez más tempranas y sobre este particular, el papa Francisco aceptó, que el consumo de esta clase de contenido, es un “vicio” del que están contagiadas muchas personas en el mundo, advirtiendo que de ello, no han estado excluidos los miembros de las comunidades de religiosos/as; haciendo referencia a sacerdotes y monjas.

"Queridos hermanos, tened cuidado", añadió. "Y no estoy hablando de la pornografía criminal como el abuso de menores, donde se ven casos en vivo de abuso: eso ya es una degeneración, sino de la pornografía un poco más frecuente", declaró, e instó a los religiosos/as a que si alguno tiene pornografía en sus teléfonos, borre esos contenidos. "No tengan la tentación a mano", advirtió.


Es positivo recordar, que no es la primera vez, que el Papa habla del tema. En 2017, por ejemplo, Francisco criticó duramente el sexting. "En la red, se están propagando fenómenos extremadamente peligrosos", como la "divulgación de imágenes pornográficas cada vez más extremas", afirmó.


Tampoco es el primer Papa que aborda el asunto. Ya en 1989, Juan Pablo II condenaba el "flagelo" de la pornografía en la televisión y en los medios de comunicación, asociándolo a la violencia que mencionó en una reunión pública, en la que también abordó la infidelidad habitual entre maridos y esposas.


Así, el papa también advirtió a los aspirantes al sacerdocio que “el corazón puro, el que recibe a Jesús cada día, no puede recibir esta pornografía”, y les habló francamente y sin tapujos, advirtiéndoles que él sabe que muchos de esos materiales, que ahora están más al alcance de cualquier persona, gracias a las tecnologías, permanecen en los teléfonos móviles, por lo que les llamó a “eliminarlo”, pidiendo que “no tengan la tentación a mano”.


Al referirse a los religiosos/as, el papa advirtió que no es un tema que afecte solo a los hombres, señalando que así como las mujeres laicas también se ven atrapadas por el lamentable vicio de la pornografía, es consciente de que este también puede tentar también a las monjas y novicias. De igual modo, en su intervención ante el grupo de seminaristas camino de ser ordenados, el papa también se refirió tangencialmente a otra de las deshonras que por acción de un sector de los religiosos, ha manchado a la iglesia: la pederastia, situación que ya ha condenado en ocasiones anteriores el pontífice.


No obstante, en este caso, el papa se refirió al tema para pedir a los futuros sacerdotes que no se cohíban de brindar amor a su feligresía por el temor a ser señalados de conductas indebidas. En ese sentido, los medios internacionales han citado una frase del pontífice en el que éste pide que se siga brindando amor de forma limpia a los niños, y que los sacerdotes se quiten de su cabeza las posibles acusaciones, señalando que la sociedad necesita amor, haciendo especial énfasis también en los adultos mayores, sobre quienes precisó que “los ancianos necesitan caricias”.

Frente a ello, el papa advirtió que la pornografía es un riesgo, señalando que “el diablo entra por ahí” y advirtiendo que dicha situación no solo se refiere al consumo de la llamada “pornografía criminal”, haciendo referencia a contenidos de aberraciones como el abuso a menores, sino también a la que denominó “pornografía corriente”. “¡Queridos hermanos, tened cuidado con ello!”, advirtió el pontífice, refiriendo que en el caso del consumo de la pornografía que refleja aberraciones, esto ya se trataría de una degeneración.


La pornografía, así como la masturbación y otras exploraciones de la sexualidad, son un gran tabú dentro del mundo de las religiones. ¿Son las personas conservadoras y más religiosas las que más porno consumen? Ante esa importante pregunta, la respuesta es que sí, y aunque no lo parezca esa es la realidad, sencillamente, se ocultan mejor o tratan de evitar contarlo a amigos y allegados. Los religiosos/as y sacerdotes se ponen las botas en lo privado, en lo oculto.


Algunas estadísticas han detectado que las áreas de mayor consumo de pornografía en Estados Unidos son también las que más asisten a oficios religiosos. El sociólogo Samuel Perry ha intentado encontrar una explicación a esos datos.


Porno y religión, ¿realmente incompatibles?: El porno, así como la masturbación y otras exploraciones de la sexualidad, son un gran tabú dentro del mundo de las religiones y al parecer, hay dos causas diferentes:

Por un lado, muchas personas separan su consumo de pornografía de su conciencia religiosa. No tienen ningún problema para compaginar ambas cosas. Por otro, a medida que se consume más pornografía, algunas personas experimentan un sentimiento de culpa, bien hacia su pareja o hacia su ética como personas, lo que hace aflorar un sentimiento religioso para compensar ese malestar emocional.


La represión sexual, el silencio, el tabú y la ignorancia no funcionan.


Las investigaciones realizadas muestran que son los conservadores y las religiosas y creyentes los que más porno consumen debido a que la condena pública de la sexualidad, lleva aparejada que las expresiones sexuales tengan lugar en la clandestinidad y en un ambiente más morboso, no que desaparezcan.


La represión, en el ámbito de lo sexual en la vida religiosa y sacerdotal, solo da lugar a la hipocresía, las dobleces y los intrincados rituales religiosos que esconden lo que de verdad uno piensa, e intuitivamente, tendemos a pensar que en los lugares donde hay más libertad y más progresivos, las personas consumirían más pornografía ya que el sexo llama al sexo y liberados de las ataduras de lo religiosamente correcto, nos convertiríamos en salvajes perversos, pero la realidad no es así.


Sorprendentemente y gracias a los datos masivos de consumo real, sabemos que es justo al revés: y que es en los lugares más reprimidos, conservadores y religiosos, donde hay menos libertad y donde reina el tradicionalismo moralista, es donde las personas sacan más a menudo el sátiro que llevan dentro.


Algo que coincide perfectamente con el aluvión de casos de abusos sexuales, que poco a poco, salen a la luz en ámbitos familiares, religiosos y sacerdotales, es decir, que no importa cuán elevada sea tu virtud moral o cuánto creas que tu Dios te está observando.


Según un estudio llevado a cabo por los investigadores canadienses Clara Macinnis y Gordon Hodson que recopiló información de Google Trends (Herramienta de análisis de la frecuencia de búsqueda de un concepto o frase en Internet), los estados más conservadores de Estados Unidos buscan más pornografía en Google, que los estados menos conservadores y de hecho, hallaron una fuerte correlación entre las creencias religiosas y las búsquedas por internet relacionadas con la pornografía.


Lo que cada vez parece más evidente en la Iglesia católica, es que las normas externas impuestas sin sentido crítico y no interiorizadas, tienen escaso poder en los creyentes y son menos importantes de lo que creíamos y para responder a esas preguntas a lo largo de la historia, hay numerosos ejemplos de cómo estas normas tienen un poder bastante pequeño a la hora de cambiar un deseo, un hábito o una tendencia sexual y erótica.


En la época victoriana se instauraron una serie de normas sexuales y eróticas, tan estrictas, en aras de parecer una persona asexual y moralmente aceptable, que hizo que el comportamiento sexual y erótico de la gente apenas cambiase en realidad, lo que ocurrió es que se acentuaron las formas de fingir y ocultar lo que no era moralmente aceptable.


Lo que sugieren los estudios al respecto de las normas sexuales externas, es que no son suficientes, si no hay normas y convencimiento interno, siendo de hecho, las normas internas mucho más poderosas que las externas. El problema es que no sabemos muy bien cómo inculcar normas sexuales internas.


El problema parece residir en nuestra gran capacidad para fingir, aparentar frente a los demás, ya sea para ser aceptado por un grupo de personas en concreto, o para evitar ser el blanco de críticas y dar la impresión de que somos personas normales en las que se puede confiar, es relativamente fácil, simplemente evitando decir palabrotas, empleando un lenguaje inclusivo, dando los buenos días, cediendo el asiento en el autobús, sonreír, estrechar la mano con energía, esbozar una mueca de asco cuando alguien menciona una práctica sexual poco ortodoxa.

Sin embargo, detrás de toda esa representación puede ocultarse un monstruo y si a eso, añadimos las regulaciones, las leyes y el castigo social y religioso hacia todo lo que se salga de la norma, entonces el fingimiento también se intensificará con lo que esto conllevará aparejada una necesidad creciente de desahogarse en la intimidad.


Tal vez por eso los más conservadores, y los religiosos, utilicen más material pornográfico que los creyentes, que se oponen más a los moralismos sexuales de la Iglesia, y defienden los derechos sexuales, que piden la abolición de la ley del celibato o defienden la masturbación, etc. y los estudios realizados con personas conservadoras y muy religiosas, según los investigadores, muestran una mayor atracción subyacente por el contenido sexual y pornográfico.


Incluso el célebre actor director y productor Italiano de cine pornográfico Rocco Siffredi, ha querido dar su opinión: "El Papa tiene razón. El sexo es una grandísima tentación y dentro de la Iglesia tengo muchísimos aficionados", ha dicho, en una entrevista con la prensa de su país, en la que, sin embargo, ha mencionado que no cree necesario que se emprendan "cruzadas". Pero por desgracia, los estudios sobre el tema, indican que el porno se está convirtiendo en un sustituto de la educación sexual positiva y sana al no haber sido en su momento impartida por unos u otros, esto me hace proponerme el objetivo después de escuchar al papa Francisco de hablar del porno dentro del sacerdocio y la vida religiosa, y reivindicar el derecho de los religiosas/as por un modelo de educación afectivo-sexual-integral, sana, positiva, progresiva y adaptada a su etapa evolutiva, e integrada en su proyecto de vida y de modo permanente hasta la muerte, y que la Iglesia como hijos suyos que somos tiene la obligación de impartir. Una educación sexual que ponga el foco en la visión integral, positiva, e integradora, mirada personal, oblativa, de amor, e igualdad, respeto a la diversidad fomento de la capacidad crítica, la expresión de emociones y desarrollo de afectos.


¿Por qué se debe evitar la pornografía en la vida religiosa?: porque el tener una actitud positiva hacia nuestra sexualidad y por tanto hacia la del cuerpo del otro ya sea vestido o desnudo, conlleva el que nos concedamos afrontar y superar favorablemente el problema de la pornografía no evitando el mirar, sino aprendiendo a contemplar el cuerpo con mirada personal y oblativa sin convertirlo en un objeto pornográfico.

Si nuestra actitud es negativa hacia el cuerpo vestido, lo podemos desnudar y si es positiva al desnudo lo podemos vestir. La pornografía no es no ver el cuerpo desnudo únicamente, es cómo cada uno de nosotros lo ve y lo transforma en un objeto o instrumento de nuestra mirada egoísta. El ser humano, no es un objeto de usar y tirar, sino un sujeto lleno de derechos y deberes en el que uno de de los más importantes es el respeto a la persona sexuada.


La actitud sexual positiva, conlleva el que nos concedamos a nosotros mismos una libertad interior desde la cual podamos afrontar y superar favorablemente el problema pornográfico de los medios de comunicación, para lo cual, lo más útil es que en nuestra mirada veamos la realidad de nuestro cuerpo sexuado lo más transparente posible y sobre esta base, podamos entender que la solución de nuestros problemas con la pornografía, depende en gran medida del paradigma desde el que miramos y contemplamos el cuerpo sexuado en su fusión en dos cuerpos desnudos, en una sola unidad.


Situar un problema, como la pornografía, en sus adecuadas coordenadas, conlleva definir el problema en sus justos términos e identificarlo correctamente. Un problema puede enfocarse desde dos ópticas: contemplarlo desde una actitud o perspectiva negativa, condenándolo, culpabilizándolo, tratando de ocultarlo, o bien considerarlo desde una actitud positiva que te aporta la oportunidad de conocer tu cuerpo sexuado con sus apetencias, tus deseos sexuados y aceptarlos, orientarlos positivamente, integrarlos, para conocerte mejor a ti mismo y después educarlos, para desarrollarte y crecer interiormente.


Ya va siendo hora de que la iglesia sea responsable y deje de condenar, culpabilizar, ocultar, avergonzar, y por encima de todo, dedicarse a sanar, impartiendo una educación sexual sana, responsable, evolutiva y permanente e interiorizando en todos los religios@s y sacerdotes, unas normas éticas sexuales aceptables y realizadoras de sus personas.


El niño desde que nace debe ver el cuerpo desnudo de sus padres miradas a las que no da ningún contenido erótico hasta los cinco años y la actitud de los padres hacia su cuerpo ya sea positiva o negativa, es el camino a seguir y desde el que aprende a mirar como persona, con una educación sexual positiva y progresiva sin tabús, negaciones ni represiones, siendo éste el mejor camino. Este enfoque en la educación sexual positiva de sus padres, debe ir acorde y reforzado en la escuela católica, y en sus catequesis de preparación para los sacramentos de iniciación, por parte de sus agentes pastorales.


Mi consejo a los superiores religiosos sobre el uso del porno en los religiosos/as es: que eduquen, eduquen y eduquen y que hablen, hablen y hablen de sexualidad sana sin miedos, ni represiones. No nacemos aprendiendo a ver el cuerpo desnudo del hombre y la mujer y hay muchas maneras de aprender a verlo, desde la pornográfica, hasta la mirada personal y oblativa y el aprendizaje sano, correcto y responsable que es la mejor práctica, nos decía Erich Fromm. 


Seamos conscientes de que por no haber tenido en el momento adecuado una educación sexual en las escuelas o en el seno familiar, muchas niñas y niños tuvieron sus primeras referencias sobre la sexualidad a través del consumo del porno, lo cual conlleva la repetición de una serie de estereotipos de género que pueden derivar en violencia sexual que si no es reprogramada y reorientada cuando ingresan en la vida religiosa con una actitud positiva y una educación sana, es el origen de tanto abuso sexual en religiosos/as y sacerdotes. “De padres abusadores hijos abusados y a la vez abusadores”.


Los religiosos/as y sacerdotes que rechazan el porno tienen un buen concepto del sexo, sexualidad y erótica y esto es un gran regalo de Dios de cuya mano creadora no puede salir nada malo, feo o sucio y lo ha creado para que el hombre y la mujer no estén solos y con el fin de que sean felices viviéndola en su proyecto de vida religiosa y sacerdotes haciendo que éstas personas suelan disfrutar más de las relaciones sexuadas, que los que ven porno: La Biblia habla sin tapujos sobre el sexo, y Ésta es nuestro manual de educación sexual.

Ahora es más difícil evitar el porno que cuando tus padres o abuelos eran jóvenes ya que la represión, el silencio y la no educación sexual, eran la norma sexual de la Iglesia. No existían los medios audio-visuales y la pornografía existente no iba dirigida al sentido de la vista, que hoy es el que más usamos por los medios de comunicación. 


La cuestión hoy es: ¿serás capaz de rechazarlo? Debemos asumir que nadie lo consigue si no lo quiere conseguir. Nadie da lo que no tiene. Nadie cambia si no quiere cambiar. Sí puedes seguro, si lo quieres de verdad.


Pero primero tienes que entender por qué puede producir mucho daño ver imágenes pornográficas: porque el ver éstas imágenes daña tu mente, la contamina y siembra en ti un concepto degenerado, agresivo, corrompido y deformado del sexo, que Dios creó como algo bueno, para que seamos felices aprendiéndolo, educándolo y orientándolo para vivirlo después feliz y positivamente.

 


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