CULTURA

CULTURA Valors essencials

Recull menut de poemes

Vicent Torres Aguado (Picassent)

L’amic i coordinador de Cresol, Jesús Belda, em demana que col·labore en este número de la revista amb un recull menut de poemes. He d’assenyalar que no em reconec com a poeta que realitza una poesia religiosa en el sentit estricte de la paraula, encara que sí que soc conscient d’utilitzar, de tant en tant, un llenguatge de ressò litúrgic i algunes imatges pròpies de la nostra tradició cultural; i ací apareix -com no podia ser d’altra manera- el record i la vivència del poble jueu, i amb ell tot el que compartim.



SENTINELLA DE LLUM

Sentinella de llum,

febrer esclatat,

la teua gràcia

comporta

mot i paraula,

la teua claror

nodreix la pell

i traspassa la vida.

                     (de La llum de les parpelles)


TOT UN CAMÍ DE LLUM

Tot un camí de llum

es desplega al capvespre,

-a sol post-

i és enllà on transiten

els dies i la memòria,

la pell afalagada,

l’olor de les llàgrimes

i aquell rubor de versos

mai no escrits,

la flama que s’afua

i mai no s’extingeix.

                     (de La llum de les parpelles)


INCLINA LA MIRADA

Inclina la mirada,

compadeix el meu pas

d’ulls enterbolits,

de criatura nòmada,

sana’m amb el poder

de la teua saliva,

olorosa mel

destil·lada al calze

dels teus llavis.

Que el teu alè tempere

aquest fragor de canyes

que brama al meu pit.

                     (de Celebració)


[TOT HO ABASTES]

Tot ho abastes

amb la teua llum.

Tot ho omplis

amb la teua bellesa.

Tot ho eleves

amb la teua estima.

Feliç el qui estotja

l’arca de la gràcia.

                     (de Celebració)


HE LLANÇAT LA BALDUFA

He llançat la baldufa

giravoltant el misteri

de la infantesa,

del temps sense temps,

i he sentit el vertigen

de la dansada

i el vol circular

d’una vida contracorrent;

i amb el seu record

he reclinat el cap

cercant el batec

primari de la sang

per retre l’homenatge

de la meua gratitud.

                     (de La pedra i la memòria)


SI AMB EL TEU PELEGRINATGE

Si amb el teu pelegrinatge,

estimada lectora

o estimat lector

-tant s’hi val-

passes vora la taula

primigènia

i vols fer present

la meua absència,

diposita al marbre

una pedra del camí.

                     (de La pedra i la memòria)


PEL CAMÍ NO PRENGUIS POR

Pel camí no prenguis por

tindrem cura de la serp

i del seu verí,

de l´enganyós fibló

de l’escorpí,

o de qualsevol criatura

que de prop o de lluny

envege el pas encisador

de la teua pell

colrada de llum,

perfumada de mel.

                     (de Camí de Moab)


SÓN DOS, DOS NOMÉS

Són dos, dos només.

Són només dos instants

a llarg del dia

en estranya conjunció,

quan la meua carn

ve a participar

de condició divina.

Només dos moments

talment fugissers

que mitiguen la pena

empresonada,

quan despunta el primer blau

i abandone la terra

i tu regresses;

i després, novament,

quan l’intens opalí

s’esdevé oriflama

i retorne a l’estança

i aleshores tu marxes;

dos instants, dos moments:

al vespre i a l’alba.

                     (de La mar i els blaus)


SENSE TU

Sense tu

no hi ha mot,

ni paraula.

Sense tu

no hi ha verb,

ni cant.

Sense tu

no hi ha llum,

ni vida.

Sense tu

no s’hagués fet res

d’allò que s’ha fet.

No soc.

                     (de Poemes de la llum)

CULTURA CINE

Distopías y futuro en el cine

De Metrópolis a Tenet

José Luis Barrera Calahorro

Desde el principio de su historia, el cine ha buscado a través de sus imágenes, colegir el futuro. Quizá la primera película de anticipación sea Viaje a la luna (1902) de George Mèlies. Pero más bien consideraremos como primera película futurista y de peso -e importante, pues además ha influido y todavía lo hace en un gran número de películas-, a Metrópolis (1927) de Fritz Lang. En ella ya aparecen tres elementos propios de este tipo de cine que habla del futuro y que englobamos dentro del género de la ciencia ficción: los conocimientos científicos, la fantasía y una gran dosis de pesimismo. El filme Metrópolis señalaba una visión desoladora de la sociedad en Alemania, donde el surgimiento del nazismo creaba esa atmósfera malsana de la película, con sus superhombres y héroes idolatrados, la clase poderosa y rica dedicada al ocio y al placer y las clases sociales pobres, débiles y marginadas que vivía en las alcantarillas, en los subterráneos. Era el proletariado que necesitaba un superhéroe para redimirse y liberarse del maquinismo y que encabezara aquel movimiento de rebeldía contra la esclavitud a la que estaba sometido.


Dos años más tarde el gran Charles Chaplin recogía este mismo tema del hombre al servicio de las máquinas, en el filme Tiempos modernos en el que veíamos como que era deglutido casi materialmente por éstas. Esta película, que no es propiamente de fantasía sino más bien un filme cómico, introducía reflexiones de contenido científico y se constituye así, en un filme sobre el futuro amenazante y negativo, que intenta incidir en la sociedad presente: es decir una distopía. En el cine una distopía es como el reverso de una utopía: si ésta es como un sueño irrealizable, la descripción de un lugar donde los hombres pueden ser felices gracias a un buen gobierno y a unas relaciones sociales sanas, la distopía es siempre en el cine una muestra de lo que podría ser nuestro mundo dónde siempre será peor que el que ahora vivimos. Ambas tienen un fuerte sentido moral, una intención de restaurar el mundo en el que vivimos; como que se trata de fomentar acciones y de corregir tendencias que pueden llegar al desastre social o también a la plenitud. Habitualmente este tipo de argumentos e historias sí se han mostrado en las pantallas, dentro del género de la ciencia ficción.


El cine de ciencia ficción

El cine propiamente de ciencia ficción como género, maduró y se fundó en Estados Unidos, (Ultimátum a la Tierra, 1951, El enigma de otro mundo, Planeta prohibido, 1956) reflejando la inquietud, angustia y el pánico a la guerra nuclear y al miedo al comunismo desarrollado en los años de la guerra fría. Eran películas muy sencillas que pecaban de ingenuidad y solían “soltar” en la última secuencia de la película, antes de que apareciera la palabra The end, un discurso-sermón sobre los valores tradicionales y patrióticos de los Estados Unidos y el peligro del comunismo. Se rodaban con muy pocos medios. Pertenecía muchas de ellas a producciones de clase B, con efectos visuales manuales y artesanos que muchas veces provocaban la sonrisa burlona del espectador.


Será en 1968 cuando el cine que imagina el futuro, fragüe la ciencia ficción como un género propio. Recogía elementos anteriores (fantasía, efectos especiales, referencias al presente y al pasado traspasadas al mañana. Siempre con discursos solemnes. En dicho año se estrena 2001, una Odisea del espacio dirigida por el brillante y megalómano Stanley Kubrick que, con ambición de alcance temporal, versará sobre el pasado y el futuro de la humanidad. Una película suntuosa y enigmática que se presta a diversas lecturas (políticas, sociales, antropológicas, filosóficas e incluso religiosas). La influencia de este filme es tan potente que en cierto modo partió en dos lo que hasta ahora había sido un subgénero: por un lado aparece el cine cuyas historias se desarrollaban en el futuro donde la aventura y la fantasía son preponderantes y que se puede encuadrar dentro del cine de entretenimiento. Stars War de 1967 sería el ejemplo más ilustre. Los estudios fundados por George Lucas, su director donde desarrolló un montón de instrumentos para los efectos especiales impulsó enormemente este tipo de cine. Por otro lado el género en su vertiente más seria y trascendente empieza a cobrar un cierto prestigio de calidad en sus propuestas sobre todo cuando éste se mezcla con otros géneros: el cine negro (Blade runer) por ejemplo o el terrorífico Allien ambos filmes de Ridley Scott. Aún con algunas excepciones estas películas trasladan al espectador a una visión muy pesimista sobre el ser humano y sobre el futuro de la humanidad. Características que muestran el reverso negativo de nuestra sociedad y de esas misiones a la desolación de las misiones a los mundos lejanos y solitarios. Es entonces cuando los grandes maestros del cine como Andrei Tarkovski con su Solaris y su Stalker, Godard (Alfaville), Truffaut (Fahrenheit 451) realizan películas de ciencia ficción y a la vez los cinéfilos y críticos de cine las ensalzan.


Dominados por los ordenadores

Dando un salto cuantitativo y también artístico la ciencia ficción gana en intensidad lo que pierde en inteligibilidad (muchas veces esto ocurre por fallo de los guionistas) y se acerca más a este nuestro tiempo del triunfo de las computadoras. Será la producción y estreno de la película Matrix de los hermanos Wachovsky que introducirá el tema de la realidad virtual en el cine de entretenimiento. También esta película es portadora de profunda reflexión sobre el ser humano y el futuro de la humanidad y sirve al cine como espectáculo: Todas ellas cumplen con esa regla de oro del cine como espectáculo y arte: su elemento principal es el propio relato y el simbolismo que de él se desprende. Después de ver Matrix el espectador regresa de un extraño lugar soñado. Sale como de la cueva de Platón. Ha imaginado y se ha situado en un futuro distópico donde hemos vivido la vida de otros personajes, impregnándonos de un mundo, cargado de mensajes y valores y antivalores. Así, Matrix, es el nombre de una inmensa computadora construida por las mismas máquinas para absorber la energía humana y vivir a su costa: un mundo controlado por las máquinas en la que los seres humanos viven una realidad virtual. ¡Retornamos a lo que al principio decíamos sobre el maquinismo! ¿Acaso nosotros no estamos viviendo algunos de los sucesos que se auguraban en Matrix?


Si en 2001, una odisea del espacio, “Hal” el ordenador de la nave espacial intentaba rebelarse contra sus tripulantes, en Matrix y películas posteriores el ser humano se verá totalmente desplazado por los ordenadores y los robots. La inteligencia artificial suplantará a la inteligencia humana. Vendrán entonces muchas películas donde la cibernética intentará manipular el tiempo y el espacio organizado por las grandes corporaciones para apoderarse de todos los centros de poder de la sociedad. Muchas veces, bajo la capa del bien y provecho de la humanidad se realizarán programas cibernéticos para esclavizar aún más al ser humano. La ciencia ficción en el cine presentará películas cada vez más deshumanizantes, rompiendo los límites de la naturaleza y la del hombre. Origen, Ad Astra, El cuento de la criada, Interestelar y muchas más que se han realizado en los últimos años además de poseer un alto nivel artístico exponen la angustia del hombre ante un futuro donde lo más íntimo de la persona ya no le pertenece y ante el que ser humano se siente impotente.


La última película estrenada en los cines, exhibida en plena pandemia como un reto a la crisis en la que está ahora sumida el cine, es la película Tenet. Enrevesada y con un argumento oscuro qué tal vez necesita más de un visionado para entenderla. Pero en el fondo es lo mismo: el espectáculo que ofrece con sus imágenes es una gran plusvalía del filme que presenta una historia de reversión y proyección del tiempo que es considerado como una amenaza a la sociedad del mañana. Las grandes plataformas de televisión están ahora cada vez más omnipresentes y también nos presentan grandes producciones y series del cine de anticipación . Hay algunas series que todavía podemos contemplar que abordan el futuro humano con un desgarrado pesimismo. Son por ejemplo la serie inglesa Black Mirror, dónde en episodios independientes se presenta una visión terrible y oscura y con un feroz discurso sobre el día de mañana, y que son capaces de congelar cualquier optimismo y esperanza en el mismo espectador. Es una serie muy recomendable. Por último, otra serie más que nos anticipa el mañana, terrible, desolador es Utopía, también en misma línea de la anterior.

CULTURA Valors essencials

Creatividad

Juan Manuel Martínez Galera. Graduado en Historia del Arte, Máster en Patrimonio Cultural, Gestión de Museos y Educación Artística.

En 2014, en una entrevista al Papa Francisco se le preguntó cuál era su obra de arte preferida, y respondió que era la Crucifixión blanca de Marc Chagall, diciendo que «no es cruel, sino llena de esperanza. Muestra el dolor lleno de serenidad». La obra de Marc Chagall está cargada de simbolismo, pues lo primero que observamos es a un Cristo representado como un hombre judío perseguido, condenado, crucificado… un mártir judío. Existen muchas referencias a la religión judía en el cuadro, como es el paño de Cristo que ha sido sustituido por un “talit”, utilizado para la oración judía; y en sus pies arde la menorah, el candelabro judío. También aparece en la escena una sinagoga alemana en llamas, y en la parte izquierda de la composición se entrevén las persecuciones sufridas por los judíos durante la guerra civil rusa (1917-1923). Europa, en el tiempo en el que Chagall pintó su obra, vivía momentos convulsos, Hitler invadiría Polonia al año siguiente, empezaba el tiempo del dolor en Europa. En el otoño de 1938 sucedió la “noche de los cristales rotos”, marcando el inicio de la fase más violenta de la persecución antisemita ejecutada por el nazismo.


La Crucifixión blanca nos muestra escenas dolorosas, como una madre huyendo abrazando a su hijo, o un judío que escapa llevando la Torah. También aparecen personas vulnerables, humillados y hombres en una barca pidiendo auxilio. Solamente aparecen cuatro ángeles dolientes, llorando ante tanto dolor. Jesús aparece como víctima en un mundo lleno de dolor, como víctima contemporánea de la violencia en la Europa en la que fue pintada la obra. Ante tanto dolor, Jesús aparece iluminado por una fuerte luz blanca, con un rostro tranquilo, paciente, en paz. En medio de tanta crueldad que sufría la población europea con el nazismo y el estalinismo, el Crucificado aparece en un halo de luz, con los ojos cerrados, entregándose por amor.


En este tiempo de pandemia, muchos ilustradores han realizado escenas denunciando la sociedad que mira otro lado respecto al coronavirus: reuniones sociales, sanitarios asfixiados ante tantos pacientes frente a la sociedad que vive a espaldas del virus. Uno de estos artistas es el artista iraní Alireza Pakdel, donde en sus cuentas de Facebook e Instagram se puede ver el trabajo del artista. También se puede ver las viñetas de Enmanuel Merlotti. Contrastan mucho las viñetas durante el confinamiento de los meses de marzo-abril, con las del verano.


Al mismo tiempo que los artistas, durante el confinamiento, realizaban sus viñetas a favor de los sanitarios, a finales de abril, el Papa Francisco, en Santa Marta, pidió en sus oraciones por los artistas, aquellos que tienen una «gran capacidad de creatividad» y que «por la vía de la belleza nos muestren el camino a seguir»; pidiendo al Señor que «nos dé a todos la gracia de la creatividad en este momento». Francisco, nos recetó a todos, “creatividad” para superar la pandemia. Es un concepto muy unido al magisterio del papa. Ya en Laudato si, nos muestra caminos de futuro mediante la creatividad. En el número 131 dice: «No es posible frenar la creatividad humana. Si no se puede prohibir a un artista el despliegue de su capacidad creadora, tampoco se puede inhabilitar a quienes tienen especiales dones para el desarrollo científico y tecnológico, cuyas capacidades han sido donadas por Dios para el servicio a los demás».


En la reciente encíclica Fratelli Tutti, en el número 22, el papa denuncia que «los derechos humanos no son iguales para todos» y aboga por el respeto a la «dignidad del hombre y sus derechos», pues cuando se respetan los derechos humanos «florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común». Es esta cuestión básica, como es la dignidad de la persona, la que favorece la creatividad para el desarrollo de la persona al servicio de los demás y del bien común. La creatividad, una capacidad en principio reservada a los artistas, nos ayuda a potenciar nuestros dones al servicio de todos.



Como sabemos, los artistas son aquellas personas que son capaces de plasmar en su obra aspectos de la sociedad, a modo de denuncia, crítica… de forma genuina. Son creativos, y así lo muestran en su arte. El papa nos invita a utilizar nuestra creatividad para caminar hacia delante, para poner un poco de luz en la sociedad como en la Crucifixión blanca. Ante tanto sufrimiento, que parece que ahora se acentúa más en nuestros ambientes más cercanos, ayudar con nuestra creatividad, a que el mundo sea un poco mejor, con nuestro granito de arena.


CULTURA LLIBRES

Un libro para ayudar a la clarificación de un concepto básico de la fe

La salvación

Por Vicente Botella Cubells OP

(FELICÍSIMO MARTÍNEZ, La salvación, San Pablo, Madrid 2019, 343 páginas)



Hay palabras que forman parte del vocabulario ordinario religioso y teológico de un cristiano sobre los que, curiosamente, apenas se reflexiona. Es como si todos, sin más, supieran lo que significa y, en consecuencia, no fueran precisas las explicaciones. Uno de esas palabras es “salvación”. Con todo, y nunca mejor dicho, las apariencias engañan y en cuanto se pone a prueba la “supuesta” comprensión de “salvación”, uno se lleva sorpresas.


El origen del libro se relaciona con una prueba empírica realizada por el teólogo dominico Felicísimo Martínez en torno al tema de la salvación. Nos cuenta que al poco tiempo de llegar destinado en Roma, donde reside, y preocupado por el tema de la salvación, quiso investigar en la biblioteca del Angelicum la presencia de esta cuestión entre las principales revistas científicas (teología, Biblia, filosofía, derecho canónico, historia, sociología) y entre las recensiones de los libros que dichas revistas contenían entre los años 2017-2018. Con sorpresa y asombro, nos relata en la introducción del libro, que solo encontró un artículo en el que se tratase de manera expresa “la salvación” desde la perspectiva teológica y que, “desde otras perspectivas, ni siquiera aparecía el vocablo salvación”. En lo tocante a los libros recensionados consultados, nos dice: “solo encontré dos que abordan específicamente el tema de la salvación desde la perspectiva teológica cristiana” (6).


El dato es significativo y las consideraciones que brotan son abundantes. El autor se pregunta: “¿el tema de la salvación ha desaparecido del debate teológico? ¿ya no interesa a nuestros contemporáneos? ¿escribir sobre la salvación ya no tiene público?” En honor a la verdad, Martínez matiza que, en su investigación en la biblioteca, encontró muchas cuestiones que, de una u otra forma, tienen que ver con la salvación (redención, iglesia, gracia, pecado escatología, muerte, felicidad, salud, sufrimiento, paz, ecología), pero entendía que, a pesar de este hecho, el silencio sobre un tema que hace años representaba la preocupación central de los creyentes debía hacernos pensar.


Según F. Martínez, hay varios factores que explican esta situación: el proceso de secularización y el hecho de que ha cambiado la dirección en la que el tema de la salvación se plantea, incluso entre los creyentes (antes miraba hacia arriba y el más allá, ahora mira hacia abajo y el más acá); además, el lenguaje teológico clásico en torno a la salvación parece haberse vuelto obsoleto y no suscita comprensión por falta de conexión con la propia experiencia.


A pesar de este contexto tan desgarrador, el autor afirma que el interés por la salvación no ha desaparecido del todo (“quizá por que está inscrito en las aspiraciones más hondas del ser humano”, 9). Y da prueba de ello. Por ejemplo, hoy, señala, el pensamiento poshumanista o transhumanista se presentan como alternativos al anuncio cristiano de la salvación y prometen acabar con la muerte; o, en otros ámbitos, se busca con insistencia la mejora de la calidad de vida como solución de cara a una existencia humana feliz. Estos datos, indica, dejan traslucir que la salvación o sus contenidos siguen ejerciendo una atracción en un mundo secularizado y que el teólogo cristiano no ha de ser indiferente ante esta situación.


Por otra parte, en la génesis del libro hay otro experimento interesante. El autor no solo comprobó la presencia de la cuestión de la salvación en el ámbito de la teología científica, quiso tener también datos de primera mano provenientes del laicado (“para conocer lo que la gente piensa es conveniente alejarse del mundo clerical”, 12). Para ello pasó una pequeña encuesta a un grupo de 70 personas que frecuentan sesiones de formación teológica en una parroquia de Madrid. Les preguntó qué se piensa y qué se dice sobre el problema de la salvación más allá del horizonte clerical. Los encuestados debían hacer este sondeo entre las personas de su alrededor y también dar su propia opinión.


Los resultados del experimento fueron muy interesantes. El autor los comenta. Las conclusiones son cercanas a lo que ya se dejaba ver en el rastreo entre las revistas: “en la mayoría de las personas hay una preocupación de fondo que tiene que ver con la salvación…, sin embargo es cierto que cada vez son menos las personas que relacionan dichas preocupaciones con la salvación clásica. El lenguaje tradicional sobre la salvación ha desaparecido… el término salvación en la mayoría de los casos, ha perdido toda referencia religiosa, se ha secularizado completamente” (18-19).


Comenta Martínez que en la respuestas se deja notar una concepción demasiado individual y privada sobre la cuestión. Hay, asevera, un olvido significativo de las dimensiones comunitarias y ecológicas de la salvación; lo mismo que de la esperanza o la mirada sobre el futuro. Todas estos temas, también tienen que ver con la salvación cristiana.


Como es evidente, ya sea por el capítulo de la encuesta o por el anterior de la investigación en la biblioteca, la situación es muy preocupante. Sobre todo para un cristiano convencido, comprometido y formado. Las cuestiones relativas a la salvación siguen estando ahí, pero tienen un formato secular y una mirada parcial. Desde la fe, la salvación merece un planteamiento tan amplio como la realidad íntegra de lo humano. Y un tratamiento que sea accesible y significativo; que conecte con las vivencias de hombres y mujeres de nuestros días. Todo un reto que el teólogo dominico se toma en serio.


A la vista de toda esa rica información el autor explica el sentido de su libro, que entiende como un intento por dar respuesta a una serie de preguntas: “¿por qué el lenguaje de los teólogos profesionales sobre la salvación resulta enigmático e incomprensible para la mayoría de las personas? ¿Por qué incluso el lenguaje de la catequesis y de la predicación está tan alejado de la experiencia de las personas? ¿Por qué la sensación de que teólogos, catequistas y predicadores hablan de otro mundo, de otra vida, de otras problemas, de otra salvación que no es la que necesitamos?” (23).


La salvación de F. Martínez es un “un modesto ensayo” que desea hallar el lenguaje y la expresión adecuada para que el mensaje de la salvación cristiana llegue a interesar a algunas personas que se han desentendido de él. En este intento, el libro, “sobre todo, quisiera descubrir y describir experiencias humanas que permitan adivinar qué quiere significar la salvación cristiana” (28).


En suma, nos hallamos ante un buen ensayo de teología. Un libro de muy recomendable lectura para todo el pueblo de Dios que, con un lenguaje asequible y cercano, muestra el sentido y la actualidad de lo que es la salvación. Y no decimos más, para que sea el amable lector el que tenga el gusto de descubrir la riqueza de todos sus desarrollos y planteamientos. Seguro que no le decepcionará.


CULTURA Valors essencials

Sant Josep, mestre de silencis

F. Xavier Martí

Abate Dinouart: El arte de callar, Siruela, Madrid 1999; Abbé Dinouart: L’art de callar, Edicions de la Ela Geminada, Girona 2016.

Alain Corbin: Història del silenci, Fragmenta, Barcelona 2019; Historia del silencio, Acantilado, Barcelona 2019.


En una llibreria de vell trobe un títol seductor: El arte de callar. L’autor, l’abbé Dinouart, és un capellà francés peculiar, perquè, d’una banda, declara la igualtat de dones i hòmens i, d’una altra, es manifesta contra la llibertat d’expressió. L’opuscle, publicat en 1771 a París, es pot considerar com una retòrica del silenci, tant l’oral com l’escrit. El primer principi necessari per a callar diu així: «Només s’ha de deixar de callar quan hom té alguna cosa a dir més valuosa que el silenci». Sempre he pensat que ser callat era una virtut i sempre he desconfiat dels xarraires. Gràcies, però, a la llista d’espècies de silenci de Dinouart m’adone que no sempre és així, perquè hi ha un silenci intel·ligent, sí, però també hi ha un silenci estúpid. A més, cada espècie de silenci s’adiu amb un temperament humà. Així, per exemple, el silenci estúpid «és patrimoni dels esperits dèbils i imbècils».


Com que un llibre sempre porta cap a un altre, en trobe un més recent de l’editorial Fragmenta. Es tracta de la Història del silenci, d’Alain Corbin, un recorregut pels significats del silenci des del Renaixement fins als nostres dies. L’historiador francés invita també a recordar els silencis de l’Evangeli, començant pels de sant Josep. No sé si este autor és creient o no, però em sembla que la seua investigació pot ser més útil per als cristians que no la de l’abbé Dinouart, perquè a pesar de ser prevere no reflexiona sobre el silenci que es meravella davant del misteri; com, per exemple, quan Josep i Maria presenten Jesús al temple i resten «meravellats del que es deia d’ell» (Lc 2,33).


Fou Josep, certament, un mestre de silencis i cal que hi meditem en este any que se li dedica. Escrigué en 1907 Eugeni d’Ors sobre ell: «No hi ha en tota la història sagrada, ni en tota la història profana, ànima més callada que aquesta ànima senzilla». Per això, diu, «ens és misteriós». Segons Xènius este misteri és el mateix que el del poble: «Sant Josep, Poble... ¿Com sou, què penseu? Ningú de nosaltres ho sabria dir». Potser per això, diu el papa Francesc en la carta apostòlica Patris corde, «sant Josep és un pare que sempre ha sigut estimat pel poble cristià».


Callem més, llegim més i contemplem els misteris de la nostra fe a l’estil de Josep.


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